lunes, 12 de noviembre de 2012

Todo duele menos al escribirlo...

Puedes caerte, destrozarte una pierna, partirte la tibia en tres partes y dejarte la piel en carne viva, eso sangra y duele mucho.

Ahora bien, puedes levantarte un día de agosto, tener la sensación de que van a cambiar las cosas y que tu estúpida mente decida que no hay forma posible de que vayan a peor, pero al final, contra toda lógica te acabas estampando de bruces contra una realidad que nunca te había dado por pensar, y no te partes nada en tres partes, y tu piel huele a piña y granadina y está exactamente igual que en el momento que saliste de casa. La herida en cambio está muy por debajo de esa piel y duele tanto que desearías estar despeñándote por una roca en lugar de sentada en las escaleras de tu casa, fumándote el último cigarro del paquete, el tabaco siempre se acaba en el peor momento.

El sangrar es otro tema, esas heridas cada uno las sangra como puede, hay quien come compulsivamente como si estuviera acumulando reservas por si llega el fin del mundo, hay quien da golpes a un saco de boxeo en un gimnasio y también hay quien sangra en tinta negra sobre un folio en blanco.

Lo que está claro es que no hay pastillas que te alivien el dolor ni puedes poner una venda, tumbarte en la cama y esperar que el sueño venga a buscarte sin pensar más en ello.
Esas heridas son las que te causa la gente y seamos realistas todos las hemos causado alguna vez, simplemente que mientras algunos intentan hacer el menor destrozo posible, otros arrasan con todo…

Esos instantes son en los que realmente escuchas el silencio, un horrible silencio y en la cabeza visualizas el momento exacto en el que dejaste que esto llegara a donde está, ese momento puede haber sucedido de muchas maneras, en este caso digamos que fue una elección, quizá lo que retumba no es que te hicieran elegir, ni quien te hizo elegir, es lo que elegiste, la estúpida elección y todo lo sucedido detrás de ella.

Y el caso es que siempre hay que arrepentirse de lo hecho y para atrás ni para coger impulso pero como algún día inventen una máquina del tiempo, muchos volveríamos a esos momentos y cambiaríamos nuestra herida por dejar un ojo morado, yo al menos sí.

Y ahora coged un trapo y pasadlo por la pantalla, esto se quita, solo es sangre…

viernes, 3 de agosto de 2012

London Calling...


Se encontraron en el aeropuerto, ella en minifalda y tacones, como manda la Haya, él apoyado en un descapotable negro y con un pitillo en la boca. Uno de esos momentos en los que si hay una fuga de gas cerca, todo hubiese saltado por los aires.
Se montó en el coche y le susurró algo al oído, en otro idioma, quizá era en esquimal, una mirada adorable y unos bonitos ojos verdes, no fue necesario decir nada más.

Se dirigieron al hotel, una habitación normal, una cama, con unas sabanas negras demasiado bien planchadas, una mesa y muchas paredes, se vació los bolsillos y dejó el Zippo en la mesita, en la de la izquierda, en algún momento sería necesario, o no.

Encendió la radio, justo en ese momento comenzaba  “London Calling” suena mucho últimamente ¿Casualidad? Serán las olimpiadas…

martes, 24 de julio de 2012

Tarde es tarde...


Se sentaba cada mañana en el mismo banco de aquel parque, le gustaba ver pasar a la gente, ver sus caras e imaginar sus vidas.

Así, decidió, que la chica que cada mañana corría con cara de sueño, en realidad sólo lo hacía para poder sudar todo el asco que le causaba la saliva de las bocas a las que tenía que satisfacer en aquel tugurio, situado en la otra punta de la ciudad, en el que perdía, cada noche,  la belleza, la inocencia y la juventud.

También imaginaba que el señor con el sombrero, que paseaba a aquel anciano perro pulgoso, en realidad sólo lo utilizaba para huir un rato cada día de aquella vida cargada de decepciones y mentiras, tratando, en esos paseos en círculo alrededor de la laguna, olvidar la desesperación que le causaba el arrepentimiento de no haber vuelto a ese puerto de mar, a buscar al amor de su vida, cuando tuvo la ocasión hacerlo.

Y otro ejemplo, la mujer, entrada en años, tremendamente maquillada y cada día con una minifalda diferente, que dejaba a sus hijos en el colegio y a su marido ocupado, como siempre, con algún asunto importante, más importante que ella, y así llegaba al parque, cada mañana, con intención de recuperar los años perdidos entre pañales y biberones, encontrándose con aquel jovencito, que no debía tener más de 21 años y que se comía el mundo, más ahora que podía contar a sus amigos como engañaba a una cincuentona, que aún conservaba  el cuerpo de sus 25 y ellos, al oír esas historias, no podían disimular su envidia.

Imaginaba lo que sentían o pensaban cada día, por las caras con las que llegaban inventaba una nueva historia de lo que les había ocurrido el día anterior, siempre trágico.

Tenía mucho imaginación, también siempre supo que esas historias sólo eran eso, imaginación.

Hasta que un martes de octubre apareció, pensó que era de esas personas que por mera casualidad pasaban por el parque un día y nunca se las vuelve a ver por allí, trató de no darle mucha importancia, pero a la mañana siguiente, a la misma hora, ella estaba en ese mismo lugar otra vez y así durante cada día de esa semana y la siguiente y la siguiente…

Dejó de imaginar, ya no se preocupó más por el resto de los personajes de aquel extravagante cuento que su cabeza había formado a lo largo de los años.

Verla cada mañana comenzó a volverse una obsesión, nunca quiso imaginar su vida, no quería que sus macabras ideas estropearan aquel halo de pureza que la rodeaba pero, el motivo principal por el que no quería imaginarla, era que quería vivirla, ser parte de aquella vida.

Pasaron meses, sólo podía pensar la forma de hablarle y aquello no podía continuar así. Lo preparó todo, el martes de la semana siguiente fue el día elegido, se pasó toda la semana pensando como lo haría, le saludaría, le diría algo, le confesaría que llevaba meses  viéndola pasar por su lado y le invitaría a un café.  

Así, entre esos pensamientos la semana pasó rápidamente  llegó el gran día, no había podido dormir la noche anterior. Se arregló, mucho más de lo habitual y bajo a su banco a esperarla.

Los nervios le comían por dentro, las manos le sudaban y no estaba muy seguro de poder levantarse sin que sus piernas fallaran en el intento, ella llegó y en un alarde de valentía y decisión se levantó y comenzó a acercarse lentamente, entonces sucedió, el sonido de un disparo acabó de un plumazo con la tranquilidad del parque, sus nervios hicieron que no se diera cuenta de lo sucedido, para cuando fue consciente, ella le sostenía la mano y gritaba pidiendo ayuda, el disparo le había alcanzado, por la espalda, trató de decir algo pero no fue capaz.

Una patrulla de policía, que se encontraba en el lugar, había reducido al marido de la mujer de la minifalda, al que la ira y los celos habían cegado la razón, después de que alguien le confesara que su mujer se encontraba con su amante, alguien más joven, cada mañana en ese parque.

En ese tiempo él no pudo hacer nada más que mirarla y arrepentirse de no haberle hablado meses atrás, ahora no era capaz de articular palabra, con esa idea en su cabeza y su mirada fija en sus ojos, su cuerpo perdió las fuerzas.

La ambulancia llegó tarde, como él.

lunes, 23 de julio de 2012

Al fondo, a la izquierda...


Te sentaste en aquella mesa, tratando de buscar respuestas en el fondo del vaso de bourbon, ese nunca fue un buen lugar donde buscarlas, siempre suele servir sólo para encontrar más preguntas.

La respuesta la tienes enfrente, bajo la falda de la pelirroja que no te quita ojo desde la mesa del fondo.
No entiendes que no tiene sentido preguntarte el motivo por el que se marchó, mientras por el pasillo de tu casa siguen desfilando cada noche unas piernas diferentes a las de la noche anterior, con destino a tu cama.

Te la imaginas con otro, entre las sabanas negras y a la luz de las velas con las que decoraba su habitación, te imaginas como la toca, aprietas el vaso, casi a punto de romperlo, se te revuelve el estomago y te entran ganas de vomitar.

La pelirroja sigue mirándote, despejas tu mente clavando tu mirada en la suya, ahora ya se ha fijado en tus ojos verdes, tienes más de medio camino hecho.

Ella vuelve, te la imaginas gimiendo, susurrándole a ese desconocido palabras de amor al oído.

No puedes más, te levantas y caminas lentamente hacia la barra, tratando de borrar esa imagen de tu cabeza. Le pides un papel y un boli al camarero, escribes algo y se lo das, le dices que se lo lleve a la mesa, junto con otra copa de lo que sea eso rojo, como su pelo, que está tomando y ya que está, que a ti te rellene el vaso.

Mientras lo hace, te enciendes un cigarro y vuelves a recordarla, peinándose, frente al espejo del baño, diciendo algo sobre un viaje a Venecia, algo que nunca llegó a suceder. Las ganas de vomitar se vuelven insoportables, pero en ese momento la pelirroja ya está sentada a tu lado. Otra boca, una más.


Algún día encontraré la forma de que vuelva, piensas, antes de centrarte en otro escote, uno más. Comienza la función.

-Y tú, princesa ¿Cómo dices que te llamas?

martes, 19 de junio de 2012

El que busca, encuentra...


Lo dijo como si fuera normal, como si tan solo con pensarlo evitara las pesadillas que sufría desde que ella se había ido.
    -“Si vuelve, si cruza esa puerta alguna vez, voy a tener que matarla, no será una muerte dulce, le devolveré todo el dolor que ella me ha causado ¿Quién la echará de menos? No creo que haya dejado que nadie la quiera, no creo que tenga a nadie que no sea yo para preguntarse dónde están sus ojos verdes, y en ese momento, yo al fin los sabré, los tendré en las manos”
Estaba borracho, mucho, olía a una mezcla de alcohol, desamor y soledad, sentí pena por haberle encontrado así.
Le ayudé a quitarse la ropa y le metí en la cama.
Me fijé en sus manos, manos de pianista, como las mías, no pegaban con ese cuerpo rudo y esa voz ronca.
Trató de incorporarse y me miró fijamente.
    -“Te pareces a ella ¿Cómo ha acabado una princesa como tú en este lugar?” Me preguntó.
   -“Me fui del castillo en busca del dragón, los príncipes y las cosas de princesas siempre me han resultado muy aburridas.” Contesté
Sonrió, por su cara intuí que le había gustado mi respuesta.
Cerró los ojos y balbuceó algo como:
   -“Supongo que si te llamas Paloma, tarde o temprano echas a volar”
Al terminar esa frase se durmió, la cutre habitación de pensión de mala muerte quedó en silencio. Me levanté de la cama y encendí un cigarro, llevaba horas sin fumar.
Vi brillar algo en la mesita, era una alianza de boda, dentro se podía leer “Por y para. Paloma” debajo había una foto.
Me temblaban las manos al cogerla, era una mujer hermosa, entiendo que un hombre pueda perder la cabeza por ella ¿Dónde habría ido? ¿Dónde estará ahora?
Miré aquella foto durante horas, aquellos ojos verdes, los había heredado, al igual que el lunar junto a la boca.
Me preguntaba a quién habría abandonado primero, algo en mi interior me decía que a él, pero esas dudas las despejaría mañana.
Coloqué otra vez la foto en la mesita y me tumbé junto a mi padre. Había sido fácil encontrarle pero con ella creo que no íbamos a tener la misma suerte.

lunes, 18 de junio de 2012

No, no lo había más lejos...


La vida es tan simple que todo se resume a seguir respirando, lo complicado, lo hacía él, los no donde era un sí, las malas fechas, los cambios de planes.
Ella hacía tiempo que había asumido que en esa historia, lo único que podía hacer era eso, seguir respirando.
Lo había intentado todo para que el dejara entrever algo de lo que pensaba o sentía y después de muchos años, nada de lo que él hizo, se lo dejó claro.
Hizo muchos viajes en vano, le buscó y no le encontró tantas noches como si lo hizo y no sirvió para nada, ya había perdido la cuenta.
Consiguió mucho, pero en tan pequeñas dosis que sólo sirvieron de chincheta para clavarse en su corazón y conseguir que ahora, esté lleno de marcas.
Olvidarle, eso es lo que todo el mundo opinó siempre que debía hacer, pero lo que todo el mundo no sabía es que no es fácil olvidar a alguien que no quiere que le olvides, alguien que tiene la medida de la cuerda perfectamente calculada y que sabe el momento exacto y la fuerza con la que dar el tirón, si ve que te alejas demasiado.
Pero todo tiene un finar, él no había pensado en eso, creo que a día de hoy sigue sin pensarlo. No se puede querer eternamente y las cuerdas, con el tiempo, se desgastan y se rompen.
Sigue respirando y sabiendo que es todo lo que puede hacer, respirar, hagas lo que hagas, digas lo que digas, pero ya no está pendiente de escuchar lo que dices, ni ver lo que haces.
Está mirando por la ventana, fumando, piensa en ti, a veces todavía lo hace, pero lo que piensa ahora es que tienes razón, lejos, aunque te tuviera al lado, ya no puede estar más lejos...

domingo, 8 de abril de 2012

Tan verde que no podía recordar...

Empezó siendo un pequeño puntito verdes brillante en la esquina, podía verlo perfectamente desde la cama, ahí estaba, al fondo de la habitación, cada vez iba haciéndose más grande, no podía dejar de mirarlo, había bebido demasiado y al intentar incorporarse todo daba le daba vueltas.
¿Qué era aquello? Pensó que quizás un ser de otro planeta que venia a contarle como terminaba la historia…”Tienes que dejar las drogas”  pronunció en voz alta, no recordaba ni que había tomado aquella noche.
Quizá era culpa de aquella pastilla, “Quién me mandaría tomarla… No me sientan bien, tanta droga de diseño y tanta gilipollez, donde esté lo natural”
Aquella luz verde cada vez estaba más cerca y cada vez era más verde. Le recordaba a algo, pero no sabía exactamente  a que, ya había visto ese verde en otro lugar, un verde intenso, un verde extraño…Cada vez lo inundaba más todo.
“APÁGATE” gritó… Solo quería dormirse, pero aquella luz le enganchaba, era una sensación extraña, una mezcla entre querer pasarse todo el tiempo posible mirándola fijamente, pero por otro lado una angustia de saber que no le estaba haciendo ningún bien, aun así por mucho que quería no era capaz de cerrar los ojos o apartar la vista de ella.
En unos segundos ese color llenó cada rincón y él perdió el conocimiento.

Se despertó a la mañana siguiente, en la habitación todo estaba de lo mas normal, parecía que allí nunca había pasado nada, lo recordaba tan real, se acerco al punto donde había comenzado la luz en el suelo, había un trozo de papel en el que podía leerse “feliz fin…” el resto era inteligible… pero era su letra “¿Qué cojones sucedió aquí anoche?”

No entendía nada, pero sabía que había sucedido ¿o no? “Tienes que dejar las drogas, aunque eso ya lo pensaste ayer capullo” La idea se esfumó rápido, si no fuera por ellas nunca hubiera vuelto a ver nada igual. En ese momento recordó donde había visto antes ese color… sus ojos, su letra…

Saco la hierba del cajón y comenzó a liarse un canuto, “desayunemos, ya las dejaré mañana, cuando todo vaya mejor, total que daño me puede hacer un poco de verde, las mejores cosas lo son…”

domingo, 1 de abril de 2012

Cállate y se realista...

-Días, la vida es cuestión de días, nunca son iguales y casi nunca puedes acertar 100% con lo que va a pasar cuando lo planeas metido en la cama.
Es la historia de ese martes cualquiera, que ya alguien escribió y que terminaba sin semejanza alguna a lo que prometía en las primeras horas de la mañana… Fue una buena historia, sin duda, quizá el que era bueno era el escritor o quizá ambas cosas, no lo sé.
Da igual, lo que te decía. La diferencia entre un buen día o un mal día puede deberse solo a una palabra que querías o no querías escuchar, las diferencias a veces las crean cosas tan pequeñas, otras veces no, también las crean cosas gigantes.
Es como salir a la calle para ir a tirarte a un parque, tomar un café y escribir un rato, y en ese trayecto chocarte con un atractivo hombre de unos cuarenta años, que tu carpeta se caiga y todo su contenido quede esparcido por el suelo y al estar los dos recogiéndolo resulte que ese hombre es un alguien importante de una famosa editorial y le llama la atención el titulo de la novela que estás escribiendo y sin saber cómo, estás hablando con él sobre ella y terminas guardando su tarjeta en la cartera, tarjeta que te da para que le mandes una copia cuando termines de escribirla. Y así unos cuantos meses después estás en alguna pintoresca librería firmando ejemplares de “Cállate y se realista”

-Cállate y se realista, los días no pueden cambiar tanto.

-O sí…

jueves, 1 de marzo de 2012

Run, ran, run...

Llovía de tal manera que el ambiente estaba borroso y no pudo distinguir bien la silueta que tenía a pocos metros, podría haber sido mujer, hombre, un animal, incluso un arbusto zarandeado  por el viento.
 La calle estaba oscura y un escalofrió recorrió su cuerpo cuando vio que la sombra se detenía, no supo si era sexto sentido o simplemente el miedo apoderándose de ella, pero fue disminuyendo el ritmo de sus pasos y comenzó a notar como su corazón se encabritaba cada vez más.
“Tranquila no es nada, seguramente alguien paseando al perro que se ha parado a esperar” pensó mientras continuaba caminando lentamente y arrepintiéndose de tener esa manía de elegir siempre el camino más oscuro y menos transitado para volver a casa sola.
De pronto la figura volvió a caminar y esta vez en dirección a donde ella se encontraba, al ver eso freno en seco,  su miedo aumentó, y dijo un “Hola” con la voz temblorosa, no obtuvo respuesta y la reacción fue girarse y acelerar su paso en dirección contraria.
Podía escuchar las pisadas de la persona que tenía detrás, se giró, la lluvia había estaba dando un poco de tregua y pudo distinguir con más claridad la figura de un hombre alto y corpulento vestido completamente de negro con una gabardina que le cubría hasta los pies, cada vez iba más rápido. De pronto escuchó un “Espera un momento” la voz a su espalda sonaba grave, como la de alguien que su dieta solo incluye tabaco y whisky incluso en la hora del desayuno.  No aguantó y echo a correr, notó como él hacía lo mismo mientras decía algo que no pudo escuchar a causa del pánico que se había adueñado de su cuerpo en ese momento.
Corrió tan rápido como pudo, dobló la esquina de la calle con la esperanza de al hacerlo, chocarse de frente con alguien al que poder pedir ayuda, no hubo suerte esa vez, siguió corriendo y se dio cuenta de que un había un callejón, al entrar en el y comprobar que no tenía salida decidió agacharse detrás de unas cajas y algunas no cosas más que estaban abandonadas a su suerte en la basura. Se sentó procurando estar lo más en silencio posible y tratando de calmar su respiración y su corazón.
Podía oír al hombre, como llegaba corriendo, cada vez con menos velocidad hasta que paró a poca distancia de donde se encontraba. Ella podía verle gracias a un pequeño hueco que había entre los dos montones de cajas. Aguantó la respiración esperando que el hombre se cansara y decidiera marcharse, entonces le oyó decir gritando:
-“Perdona por asustarte, no era mi intención, si me escuchas sal, tengo tu teléfono se te ha caído y lo he recogido”
Metió las manos en el bolsillo de la cazadora, su iPhone no estaba ahí ¿Había huido de alguien que solo quería devolverle su móvil? Pensó durante un segundo, mientras se aseguraba de que el teléfono no estuviera en ningún otro bolsillo que no recordara haberlo metido, al comprobar que era cierto, asomó la cabeza tras las cajas y con una voz algo más tranquila le contestó:
-“Perdóname tú, al ser tan tarde e ir sola por la calle me ha entrado el miedo, muchas gracias por devolvérmelo.
Mientras pronunciaba esas palabras fue incorporándose y acercándose a él, que tenía el teléfono en sus manos.
-“No te preocupes, nunca sabes con quien te puedes encontrar, lo entiendo. Te he gritado que se te había caído, pero no me has escuchado”
Se acerco hasta el cogió el teléfono.
-“Muchas gracias, de verdad”

En ese momento todo pasó muy rápido, un golpe, un pañuelo tapando su nariz y boca.



 Todo volvió a estar borroso y oscuro,
 cada vez más, hasta quedarse en negro,   
 completamente en negro…

miércoles, 8 de febrero de 2012

9:24

Se despertó sobresaltada, la luz se intuía y hacía algo más clara la habitación, en la mesita el reloj marcaba las 9 pasadas.

-Joder, otra vez tarde.  Murmuró mientras se levantaba, aun más dormida que despierta.

Levantó la cortina, que no persiana, en ese país no conocían la existencia de ese aparato tan útil. Encendió el ordenador y dejó que Quique González matara ese silencio que inundaba la casa en esa mañana tan gris.
Un martes, tarde, gris y sonando algo como “…Estará consiguiendo vivir de quimeras, recordando los cuerpos, olvidando los nombres…” hay días que no empiezan bien…

Decidió que era un día para perderse, perderse por algún lugar de esos con encanto, quizá rodearse de arte en un museo o tal vez de gente variopinta en algún barrio, alguna de esas cosas que le hacían acordarse tanto de ti. Un lugar de esos donde encontrar cosas y situaciones que no podría contarte ni enseñarte pero harían que durante un rato pensara en lo mucho que le gustaría poder hacerlo.

Miró por la ventana, estaba nevando otra vez.

Terminó de vestirse y bebió el café ya frío, de un trago. Se abrigó como si estuviera en Siberia y se dispuso a salir.                                                                               
                                                       
Abrió la puerta y se quedó paralizada, ahí estaba él, esperándola, con esa sonrisa y esos ojos, su bolso cayó al suelo.

Entonces despertó.




-Joder, otra vez tarde….

lunes, 6 de febrero de 2012

=)

Que puedes decir de alguien que te manda una foto del cielo de León cuando tienes un mal día, supongo que no sería necesario decir nada mas, sólo con leer eso deberías hacerte una idea en la cabeza de lo genial que es, es de ese tipo de gente que a mí me encanta,  detallistas los llaman, en mi cabeza se me ocurren algunas palabras mejores…
Ella es así, de las que te levantan y te empujan cuando lo necesitas, pero no está ahí solo para llorar las penas ni solo para emborracharte un sábado por la noche, es de las que está a cualquier hora y cualquier día para cualquier cosa.
Esta entrada puede sonar cursi y tener una importante sobredosis de azúcar, que para nada suele ser mi estilo, pero la quiero y quiero que se no se le olvide aunque estemos lejos…Doy gracias, por haberla conocido, por tener la suerte de tenerla en mi vida, que es mucha…
Sabe que odio que me lean, pero solo por haberla visto llorar en directo cuando leyó la primera entrada y que me haya dicho “Me meto todos los días a mirar si has escrito” merece que la escriba solo a ella…
Y para terminar sólo diré una cosa más… Es increíble y la única que no se da cuenta de lo increíble que es… ¡es ella! Y ya es un buen momento para que empiece a hacerlo…

viernes, 3 de febrero de 2012

...Quiero un café que sepa a café...

Hay cosas a las que a veces no das importancia, son parte de tu vida de una forma tan normal… y siempre he pensado que la normalidad está sobrevalorada, es mucho más divertido lo diferente o raro o cualquier otro sinónimo que se os ocurra, la cosa cambia cuando empiezas a vivir en lo diferente, sabes que tarde o temprano será normal pero ahora mismo, lo único que quiero es un café que sepa a café…

Y con café me refiero a una buena compañía para tomarlo, a una conversación absurda sobre si está bien o mal mirar el móvil de tu novio, salir en medias y no morir de frio, ir Oviedo solo si salimos y acabar tiradas en el sofá o decir voy a tomar una caña y que te den las seis de la mañana en un bar escuchando Vetusta Morla, encontrarte a tu “vecino” pegando monumentos del mundo sobre un sombrero,  los mensajes de “te paso a buscar por el arpa” de tu mejor amigo, un ático en el noveno, hacer horas en el missi,  cenar en la compe o en el rua nova o en el italiano nuevo, donde queráis, una tarde de mascarilla y peli romántica con las pequeñas, ver a la trastornadina pasar el puente de poniente cada vez mejor a las 8 de la mañana camino de la Feria, tomar un par de copas en el Dublín y salir corriendo sin pagar, estamos en el pepe ¿en dónde? En el del pollo, despertar como en las mañanas de julio o simplemente recogerte con el coche si te encuentro por la calle, los salir mano a mano y los salir en general, después de todo esto solo puedo decir que quiero un Verdejo.

Y con Verdejo, me refiero a que os echo de menos…

…See you soon…