martes, 19 de junio de 2012

El que busca, encuentra...


Lo dijo como si fuera normal, como si tan solo con pensarlo evitara las pesadillas que sufría desde que ella se había ido.
    -“Si vuelve, si cruza esa puerta alguna vez, voy a tener que matarla, no será una muerte dulce, le devolveré todo el dolor que ella me ha causado ¿Quién la echará de menos? No creo que haya dejado que nadie la quiera, no creo que tenga a nadie que no sea yo para preguntarse dónde están sus ojos verdes, y en ese momento, yo al fin los sabré, los tendré en las manos”
Estaba borracho, mucho, olía a una mezcla de alcohol, desamor y soledad, sentí pena por haberle encontrado así.
Le ayudé a quitarse la ropa y le metí en la cama.
Me fijé en sus manos, manos de pianista, como las mías, no pegaban con ese cuerpo rudo y esa voz ronca.
Trató de incorporarse y me miró fijamente.
    -“Te pareces a ella ¿Cómo ha acabado una princesa como tú en este lugar?” Me preguntó.
   -“Me fui del castillo en busca del dragón, los príncipes y las cosas de princesas siempre me han resultado muy aburridas.” Contesté
Sonrió, por su cara intuí que le había gustado mi respuesta.
Cerró los ojos y balbuceó algo como:
   -“Supongo que si te llamas Paloma, tarde o temprano echas a volar”
Al terminar esa frase se durmió, la cutre habitación de pensión de mala muerte quedó en silencio. Me levanté de la cama y encendí un cigarro, llevaba horas sin fumar.
Vi brillar algo en la mesita, era una alianza de boda, dentro se podía leer “Por y para. Paloma” debajo había una foto.
Me temblaban las manos al cogerla, era una mujer hermosa, entiendo que un hombre pueda perder la cabeza por ella ¿Dónde habría ido? ¿Dónde estará ahora?
Miré aquella foto durante horas, aquellos ojos verdes, los había heredado, al igual que el lunar junto a la boca.
Me preguntaba a quién habría abandonado primero, algo en mi interior me decía que a él, pero esas dudas las despejaría mañana.
Coloqué otra vez la foto en la mesita y me tumbé junto a mi padre. Había sido fácil encontrarle pero con ella creo que no íbamos a tener la misma suerte.

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